Una estructura arquitectónica industrial de la segunda posguerra en Berlín, Alemania, es el escenario de la discoteca reconocida por muchos como la catedral internacional del techno. Quizás ese estilo de monstruo de hormigón abandonado le aporte el último toque al misterio que ronda Berghain. Cada noche, ser una de las 1500 personas que logran acceder, es un premio que muchos buscan conseguir.

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El edificio construido en 1953 en el marco de la reconstrucción de Alemania Oriental fue abandonado en 1980. Hoy es una de las pistas de baile más famosas en el mundo de la música electrónica, además de albergar intrigantes cuartos oscuros para vivir experiencias sexuales. Sin embargo, a pesar de su nombre, no se trata de un sitio VIP, nada de tragos caros ni espacios reservados de lujo. La apuesta de Berghain es contar con uno de los mejores equipos de sonido para hacer sonar bien la música que va a buscar el público.

El club se ha hecho la fama por su extraña política de admisión. Después de largo tiempo de espera en las puertas del Templo techno, algunos entran, otros no. El requisito para ingresar: inexistente, o desconocido. Es posible que una noche logres acceder, pero a la siguiente no, o que intentes varias veces y te quedes con las ganas. Esa lotería ha desanimado a parte del público interesado en moverse en sus pistas, sin embargo son muchas más las personas que prefieren mantenerse en la fila de espera para conseguir entrar.

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Sven Marquardt, el temido y aclamado portero, es uno de los personajes brillantes de la noche en Berlín, además de un reconocido fotógrafo. Él decide quién ingresa y quién no. La recomendación: ser uno mismo. Los asistentes más devotos de Berghain reconocen que es importante no asistir en equipos numerosos, pero no hay estilos exclusivos que garanticen el acceso. La clave es disfrutar y tomar la propuesta como una aventura. Si se logra el ansiado acceso, vale la pena bailar en sus pistas de cemento y estilo industrial.

Por supuesto que está prohibido sacar fotos una vez adentro del club y filmar. Pero, ¿quién quiere perder un minuto sacando fotografías cuando la música es una de las mejores de la noche berlinesa? Oscuridad techno hace vibrar la mole de cemento.

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