El poder de la música es un hecho incuestionable. En la actualidad, diferentes investigaciones y análisis críticos ponen en evidencia la incidencia de los géneros musicales en la vida misma. De este modo, se ha demostrado como ciertos sonidos pueden influir en el rendimiento académico, en la degustación gastronómica, en el mejoramiento de la autoestima, e incluso en los estados anímicos de personas enfermas. Es evidente que, los estímulos sonoros comportan algo muy especial para el desarrollo y la felicidad del ser humano.

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En este sentido, la música también se utiliza para amansar fieras. Probablemente le parezca una afirmación cómica, pero se ha comprobado que ciertos ritmos y melodías tienen la capacidad de contribuir a la relajación de diferentes seres vivos. Vale explicar que la estimulación musical ofrece una experiencia placentera y provechosa que puede transmitir seguridad, desahogo, y especialmente alivio. De allí que cualquier organismo viviente, pueda reconfortarse a través de los sonidos indicados.

Desde un animal feroz, hasta un humano con temperamento atroz, pueden encontrar en la música un medio para desahogarse y trabajar en los estados anímicos contraproducentes, tales como: la ira, y la agresividad. Al respecto, cabe explicar que los patrones musicales se comunican con las regiones cerebrales que regulan las emociones, generando así  un efecto sedante que contribuye a calmar al receptor. Diferentes estudios han demostrado además que la música puede disminuir las frecuencias cardíacas fuera de control.

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En líneas generales, lo que ocurre es que la propuesta musical incide tanto en los estados anímicos, como en las reacciones motoras. En este sentido, el ritmo incide en la parte fisiológica, la armonía en la parte mental, y la melodía en los aspectos sensibles y afectivos del oyente, en este caso, invitándolo a la serenarse.

Es importante explicar que no todos los organismos se tranquilizan con la misma música. De hecho, resulta una experiencia individual y única condicionada por los valores subjetivos y las predisposiciones del receptor. Sin embargo, hasta ahora los especialistas han asegurado que una  melodía constante (sin variaciones repentinas), el uso de notas largas y de ritmos lentos, son elementos fundamentales para lograr relajar a los oyentes. De igual modo, se ha evidenciado que las canciones a capella también sosiegan y apaciguan.

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Ahora bien, imagine el agradable sonido de una guitarra, o de una flauta, y sea consciente de sus poderosos efectos. Sea cual sea la fiera que desee amansar recuerde que la música constituye el método idóneo para reducir arrebatos de rabia y de agresividad.

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